Walter Lezcano: “2 Minutos es la primera banda que enarbola al barrio como lugar desde dónde mirar el mundo”
Walter Lezcano (1979) nació en Goya, provincia de Corrientes, en 1979, pero vive en el conurbano bonaerense desde que tiene un año de vida. Es escritor, poeta, ensayista, periodista y profesor. Ha publicado más de veinte títulos, entre novelas, cuentos y poemarios, la mayoría en editoriales independientes. En ensayos y crónicas, se ha especializado en el rock argentino, con obras sobre Andrés Calamaro, Él mató a un policía motorizado y Babasónicos, entre otros. Uno de sus trabajos destacados es Un regalo del diablo. Dos Minutos, Valentín Alsina y la reinvención del punk argentino, un ensayo sobre la influencia del disco Valentín Alsina en el punk y el rock argentino, editado por Vademécum en Argentina y traído a Chile por Santiago-Ander. Desde Buenos Aires, el autor confiesa su alegría por la edición chilena del libro y nos cuenta su relación con Valentín Alsina.
¿Qué significa para ti el disco Valentín Alsina desde lo emocional? ¿Cómo llegaste a él?
Pocos discos en el rock argentino retratan tan bien un momento histórico, económico, político y social como Valentín Alsina. Escucharlo es meterse a fondo para saber cómo era la vida callejera que llevábamos los que estábamos por quedarnos afuera del sistema o ya estábamos del otro lado de la línea. Y, de algún modo, en este disco se anticipa el estallido del 2001. Pero para eso faltaba. Entonces se trata de un disco que para mí nace de una necesidad muy punk: jamás quedarse callado ante la injusticia que sufre tu tribu, tu territorio. Donde está todo mal siempre habrá fuerza punk para gritar. Por todo esto es un disco con el que estoy muy conectado desde las emociones, porque me llevan a esos días donde absolutamente nadie estaba pensando en nosotros: los pobres. Por otra parte, fue un disco muy exitoso. Era sencillo llegar a él, seas o no punk. Valentín Alsina se volvió un objeto cultural del alma de ese tiempo.
¿Por qué Valentín Alsina «refundó» el punk argentino? ¿Qué importancia tiene el lenguaje, el léxico, de las canciones del disco en esta refundación?
2 Minutos reinventa el punk argentino porque está en un contexto totalmente distinto al de Los Violadores, que fueron quienes trajeron la semilla del mal a estas tierras. 2 Minutos se inserta en un periodo, los ‘90, donde el neoliberalismo estaba comenzando a destruirlo todo: oportunidades laborales, sueños, perspectivas de futuro de las clases populares. Era una situación diferente a la que conocía la primera camada de punk argentino. Si la dictadura militar (lo que dejó en cierto sector del pueblo) y el ser nacional (mate, fútbol, asado) eran los enemigos declarados de esos punks, este nuevo mapa reorganiza las prioridades y estos punks van a la cancha, recuperan el imaginario de Malvinas y describen la situación desesperada de empobrecimiento que se vivía acá. 2 Minutos en Valentín Alsina es la primera banda que enarbola al barrio (una cosmovisión del punk inglés) como lugar desde dónde mirar el mundo y describirlo en sus creaciones. En ese concepto estético, la lírica tuvo un lugar importantísimo porque el Mosca (creador de las letras) puso ese universo verbal que circulaba en sus calles, entre sus amigos, en el mundo que transitaba. Ese movimiento, llevar la vida a las canciones casi sin filtro, creó un nuevo paradigma dentro del punk y el rock argentino.
¿Cómo se vivió en Argentina el ascenso del rock barrial?
Como todo en esta vida: fue una lucha de clases. La idea –y etiqueta- de “lo barrial” siempre tuvo un sesgo clasista, casi despectivo. Los de arriba mirando a los de abajo. De algún modo, cierto sector de la crítica de rock lo veía como un rock “empobrecido”, que venía a ser un reflejo de lo que se vivía en el país en términos económicos. Entonces se trataba de un rock de músicos con “pocas aptitudes” y letras que “no tenían vuelo”. El subtexto era: “un pobre hace rock sin valor”. Era demencial, pero sucedía. Costó mucho tiempo para que se lo perciba como una apuesta estética igual que cualquier otra. Y hablo de la crítica de rock porque en ese tiempo tenían poder y lo usaban de forma despiadada: uno accedía a los medios necesariamente para llegar a esas bandas o artistas que les gustaba. Ahora todo eso murió. Para bien o para mal: murió. Y el rock barrial triunfó. Pero también triunfó el rock sónico. El tiempo está de nuestro lado y ahora lo podemos ver con claridad.
¿Qué repercusiones tuvo el rock barrial en Argentina más allá del punk?
Hay algo hermoso que dice Pablo Lescano de Damas Gratis, banda insignia de la cumbia villera: reivindica a 2 Minutos como una de sus influencias y especialmente al disco Valentín Alsina como importante en su educación sentimental. Incluso hay un video en YouTube en el que cantan “Ya no sos igual”. Creo que en ese crossover se cristaliza el arco narrativo que hizo el rock barrial en las entrañas de Argentina. Se volvió un monstruo creativo impresionante y sus fauces llegan hasta nuestros días. Y otra cosa: dejó de ser simplemente “rock barrial” para pasar a formar parte de la tradición sonora y musical (como tantas otras) de un país.
¿En qué medida el punk se somete a ciertos códigos y estereotipos? Las bandas anteriores de Dos Minutos (Los Violadores, por ejemplo) ¿en qué medida respondían a esos códigos?
Ese es un tema que me interesa muchísimo. Yo creo que el punk siempre buscó maneras de desmarcarse de cualquier dogma. Obedecer a un código es todo lo contrario a un punk. Creo que lo único que define a un punk es tener bien claro el enemigo, contra quién o qué te estás enfrentando. Más allá de las tachas, el pelo y la campera de cuero, un punk se define por el nivel de confrontación que encarna en el cuerpo. Más allá de esto, considero en términos visuales, los punks argentinos están muy influenciados por Ramones (Attaque 77) y el punk inglés (caso 2 Minutos). Sin embargo, siempre trataron de desmarcarse de cualquier imposición. En Valentín Alsina hay una versión de una canción de cumbia: “Como caramelo de limón”. Es decir: ser punk es plantarse ante cualquier imposición y decir: yo voy a hacer lo que quiera. No es una forma hedonista (el jipismo es el enemigo) de vivir la vida, sino tener bien claro que el enemigo es la opresión y la asfixia en cualquiera de sus formas.
¿Cuál piensas que es la importancia de este libro?
Para mí ya es demasiado que este libro salga publicado en Chile. Es muchísimo. No sé si tengo derecho a pedir más. Si alguien se acerca al texto y encima lo lee y lo termina: decidirá eso, decidirá si tiene algún valor o importancia. De mi parte, solo queda desearle el mejor de los viajes al libro.
Santiago-Ander Editorial
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