MALLA / POLÍTICOS MUERTOS
PLASTIC SURGERY DISASTERS
DEAD KENNEDYS
Alternative Tentacles, 1982
Recuerdo que era una rutina el ejercicio de ubicar algún amigo con una buena tornamesa para obtener una copia del vinilo semanal. En esos horribles-bonitos años, nuestra colección de música se ampliaba cada semana y la compra de buenas cintas no siempre funcionaba. Teníamos muchos discos, pero el fenómeno que nacería desde el año ‘84 aumentaría la cantidad de melómanos y, por suerte, la cantidad de contactos para el intercambio musical. Por ese medio te topaste con maravillas que hasta hoy disfrutas y otras que, perdidas o robadas, no te has vuelto a encontrar, al menos en formato vinilo.
Pasaron un par de años para que lo pudiera tener en las manos. Alguna vez me lo topé en la desaparecida disquería Circus. La carátula era impactante: la fotografía de Michael Wells resumía a la perfección el puñetazo sonoro que traía el disco. Me refiero al gran Plastic Surgery Disasters de los Dead Kennedys. A la carátula y al certero título, se sumaba el libro interior que incluía las letras y una colección de collages para cada canción, trabajo del artista Winston Smith. Ahí, en el collage dedicado al tema “Bleed for Me”, podías reconocer al dictador Pinochet en su imagen más clara, la que lo retrataba a horas del Golpe de Estado de 1973, con gafas negras, que eran más bien verdes, con un rostro para el mundo: el rostro del fascismo.
Por entonces era común encontrar buenas carátulas dentro del punk rock o del emergente hardcore punk, pero quizás la diferencia la marcó Winston Smith y su aporte gráfico para el sello Alternative Tentacles. Desde su logo hasta un sinfín de portadas y trabajos de arte interior, este artista profundamente ligado a Dead Kennedys y a una visión crítica de la sociedad norteamericana, es quizás el otro cincuenta por ciento del poder en este disco.
El LP es una bomba, con esa ruidosa introducción y la dulce voz de Ninotchka, invitando a unirse al ataque sonoro que se venía y tratando al auditor de pelotudo, como en un bando anti-militar que llama al caos y a la estruendosa venganza. El hardcore de Biafra y sus colegas resultaba algo diferente a lo que sonaba en esa escena: ruido contundente, sórdido y con una especie de joker al micrófono. Escuchar el tono nasal y caricaturesco de su voz siempre fue llamativo. Eso, sumado a sus palabras y letras, ya definían a una de mis bandas favoritas para el tiempo en que llegó a mis manos.
Esos días en Chile tenían a los militares en la calle, disparando en contra de jóvenes desarmados. Era el año cuando, sin ningún temblor en la mano, rociaron con gasolina y quemaron vivos a Rodrigo Rojas de Negri y a Carmen Gloria Quintana, para luego arrojarlos en una zanja a las afueras de Santiago. Ese y otros crímenes aún sucedían a diario en el país. Más allá de informarnos de estas miserias, también buscábamos música con el duro rasgo de la denuncia y, aunque el mundo se presentaba como en una lejanía constante a nuestra oscura dictadura, esta música sí existía y denunciaba horrores similares y hasta, a veces, peores que los nuestros.
Para ese año, los Dead Kennedys ya iban con otros discos (Frankenchrist, Bedtime for Democracy, Give me Convenience or Give me Death) y estaban casi por desaparecer, pero aun así era muy sano digerir con tiempo cada una de sus obras, carátulas, palabras y arte interior… Y no de la mórbida manera actual del download.
Si bien el disco apunta las balas, como siempre, a la cultura de consumo e idiotez norteamericana, en él vienen dos o tres temas que nos tocan más de cerca que todo el resto. El ya citado “Bleed for Me”, con su cruda descripción de una tortura, fácilmente relacionable con aquellos “valientes soldados” de la DINA o la CNI; y “I Am The Owl”, con la descripción de algún infiltrado, esperando su oscuro momento para espiar tus ideas y tus ronquidos. Esta canción siempre me recordó a la historia del nefasto Guatón Romo en plena UP, poco antes del genocidio; o la amenazadora “Riot”, incitando a la revuelta en contra del poder, aunque al final vuelvas a ser el perdedor.
Pronto cerraría la disquería Circus y luego también la RockShop; quedaría la Fusión liquidando vinilos de new wave y manteniendo hasta su final una buena cantidad de casetes. Los thrashers olvidarían a los “coreanos” y Matucana 19 volvería a ser solo una oscura calle. Llegaría la “¿¡demoqué!?” y los asesinos seguirían en paz por muchos años, algunos para siempre. Desaparecería radio Umbral, se acabarían Melodías subterráneas y Fusión contemporánea.
Antes de todo esto, ya habíamos formado una banda y construido nuestra trinchera, a base de libros y discos peligrosos. Plastic Surgery Disasters ya estaba y aún sigue ahí.
Francisco Mallea (Malla) es el cantante de Políticos Muertos desde su fundación (1987) hasta la actualidad. Es también el autor del libro Rock Paria y lo que en él se dice (Santiago-Ander, 2017; 2da ed., 2021) y del fanzine Rica tu Vida.
Francisco Mallea – Plastic Surgery Disasters – ¡Sube la radio! Los discos que nos volaron la cabeza
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